sábado, 10 de septiembre de 2011

Ser parte del tiempo

Es preciso cruzarte, sola. Cantar una serenata para enamorar tus mejillas, y así de una vez por todas darle un giro inesperado a esa tensión con tintes adolescentes, que rodea mis emociones.

Ciertamente no me recuerdas, o por lo menos no en la forma que yo desearía.

Me atrevería a decir que solamente me tienes presente cuando un antiguo espejo mío se atreve a tocar tu sencillez. Pero no, los atrevimientos a veces no son lo mío.

Jamás nadie supo intimidar mi piel de tal forma, jamás. Quizás sea esto lo que de vez en vez me hace ver la duda sentada junto a mi, fumando y riendo. Se ríe de mi, claro está.

No hay mar sin olas, pero no puedo arriesgar el pequeño soplo de alegría que me das por algo tan consistente como un grano de maíz. Tal vez deba aprender a dormir con lo poco que de ti recibo, pero que hoy para mi es más que el mundo.

Hoy me siento a escribir, luego de mucho tiempo sin recibir noticias de mis letras amigas. En parte decidido a no esperarte, mejor dicho confirmando la decisión de subir al próximo tren del viento.

Pero no voy a olvidarte, aunque no sea parte de tus sobremesas.

No voy a dejarte, a pesar de que jamás bebimos del mismo whisky.

Nuestra seda es pura, y la pulcritud llega en el momento adecuado.