sábado, 12 de febrero de 2011

Solo cuida tus flores


No hay dolores mas desesperantes que los ajenos, esos que uno no puede siquiera oler de cerca.

Nos sentimos atrapados en un pastizal sin salida, en el que cada una de las frescas tiras de hierba nos lastima sin gritarnos un justificativo.

Rodeamos nuestras cabezas en busca de hilos de luz que nos despojen de la culpa. Jamás veremos esa claridad, porque no la necesitamos. La culpa infundada es un disfraz que inventamos al no ver salida alguna. Algo hay que sentir.

Pero también, algo hay que hacer. Encerrarse, reposando en una almohada de lágrimas, o mostrarse erecto y protector a pesar de que el viento nos tire el corazón abajo.

Deja que las nubes de tormenta sean dispersadas por quienes invocan la lluvia. Ellos saben como matar la tempestad.

Simplemente cuida las flores, no dejes que se marchiten. Hoy es tu responsabilidad no dejarlas perecer ante el mas mínimo soplo de dolor.

Inventa risas que expulsen el silencio, crea juegos que fomenten la alegría, y así evitarás que la demencia suplante a la niñez.

Llena de música cada rincón de tu hogar, que las notas de la armonía inunden sus tardes aferradas al sol.

Riégalas todos los días con tu inmenso cariño, ese que siempre emanas a la hora de nombrarlas.

En cuanto a vos, no te abandones nunca. Vas a sufrir inmensamente si el cielo se llegase a partir en dos. Solo te quedará soportarlo, mediante abrazos y afectos incodisionales.

Aférrate a esos seres que simulan ser motor cuando cuesta levantarse.

No justifiques malas decisiones a partir de este embrollo. No.

Que sea un simple tirón de maleza en tu jardín. Pero que, como todo invierno, tiene que terminar.

Tal vez sea saludable, tal vez no. Pero es seguro que existe.

Solo queda correr burlándose de las sombras.

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