martes, 17 de enero de 2012

Simpleza de colores

Una madera junto a otra, espaciadas perfectamente de manera horizontal. Al finalizar se percibe una curva, ligeramente parecida a la de un pétalo floral en franco crecimiento.

Justo ahí debemos mirar, ese punto exacto. Donde la luminosidad exponencial se convierte de a
poco, muy de a poco, en ausencia de pigmentación, y denota fluidez de sentimientos diversos.

Azulados, caramelo o bienvenida. No importa el sentimiento en sí, sino la manera en la que se traslada la rugosidad de la flor. Los canales dactilares se entrelazan con los tallos perfectos (o imperfectos) de cada pétalo, y así converge la idea de fluidez estacional. Esa que enamora.

Oleadas de escalofríos naturales se elevan por sobre la carne, dirigiéndose de manera estrepitosa hacia algún lugar del cuerpo. Corazón, cabeza...¿Quién sabe? Da lo mismo, las cuerdas no desafinan. Jamás en primavera.

Estallido. Certezas que sangran incertidumbre. Silencio.

Fuertes ráfagas de viento verde, golpeando el pecho de manera reiterativa. Algo está por ocurrir. Algo más.

Es aquí cuando el mentón se eleva con ojos ciegos, mientras el aire activa una pulsión hormonal y el sol es el único destino posible del alma.

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