Y un día se va todo a la mierda. La madera se vuelve triste
y los perros no sonríen.
Dejé el papel, de pronto. Abandoné la necesidad de tapar
espacios con letras, olvidé el propósito y la pasión. Libre o liberado.
Por estos días me importa muy poco si las flores se
desangran o si los fantasmas te espantan como antes. Me da igual si tu cuarto
es blanco o si vuela gente por encima de tu cama. Ya no me aferro tanto a tus
uñas coloreadas o a tu levitación representativa”.
Sentado en un cantero. Calesita, de frente…“traicioná de una
vez al dolor”.
Tonto enamorado, tonto atormentado.
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