Tantos saltos, el hierro helado y tu mirada en una pared
amarilla.
Sin conexión ni fundamentos, sin expectativas ni progresos.
Solo un pedazo de papel embalsamado en la cubierta de mi bolso.
Un codo se entre cruza con el otro, pero estamos más fríos
que la última vez que no nos vimos.
Mucho ruido detestable, sin colores ni arrumacos. Es que las
flores se van yendo hacia quién sabe dónde.
Me paro, vos te sentás.
Me siento, vos te olvidás.
Paradoja sensacionalista, un día gris para sobrar las penas.
Manchado el techo en degradé.
El gasto se me fue de las manos, ya no me alcanzan las
sonrisas para pagarle a un verano que se va crudo, pero rabioso.
Me voy a bajar. Es que estoy muy alto, demasiado para no
tener una puta almohada sobre el
empedrado.
Y camino perdido. Siquiera sé dónde ir.
Aunque voy.
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