Pisas un charco y los pies se hacen agua, mientras las manos
no estén llenas de escarcha.
Casi las tres, y un paño rojo que generalmente trabaja de
limpia gafas me mira, recostado sobre la base de la imagen.
Casi las tres, casi que te olvido.
Los cigarrillos me cobran cada día un soplo más de
inteligencia. Claramente estoy limado, del bocho y la paciencia.
Serios problemas pueden darme tus horarios, más cuando no
uso reloj. A mí no me importan los minutos, ni las horas, ni tu amargura.
A mi derecha hay dos tipos, uno naranja y el otro azul. No sé
si están ebrios o cansados, porque ninguno de los dos está parado. Ahora que
los veo bien son de papel y tienen alas…para qué mierda se quieren parar.
A esta hora de la vida mis parpados, inferior y superior, se
quieren juntar a charlar…estoy deshilachado.
No me soportan ni mis ojos. Es que
hoy dejé caer muchas ramas en mi cabeza, no pesadas pero complicadas.
No me sale un solo soneto, verso, estrofa, estornudo…nada.
Ni el sueño me quiere ver.
Bueno, supongo que hay días en los que la poesía no te ata
los cordones. Voy a caminar descalzo, hecho una pizca de azúcar. Aburrido,
insensato, filántropo, decidido, detestable, maltratado.
Equivocado.
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