Rey de colores, de hojas muertas que se quiebran…como yo.
Mientras tanto el verano, que rápidamente se enchufa las
alas, se va a gritar a otra parte, lejos de la calma de tus ojos. Es cobarde, y
se refugia en el frio que trae el viento, asomando sus piernas disfrazadas de
otoño.
Luz tardía y millones de preguntas sin hacer, dan vuelta mis
esquemas mientras levanto el amarillo de los árboles, recostado en la calle…ahí,
cerca de donde cruzan los amores.
Los faroles trabajan más temprano que ayer, recorriendo cada
centímetro en el que el sol deje un beso de montaña.
Ofuscados, los pañuelos se despiden de la comodidad que les
ofreció el ropero. Vuelven a intoxicarse con perfumes de canela, puentes
colgantes, serpientes y sales celestiales. Y como si fuera poco, recuerdan el
dolor provocado por tus uñas coloradas, arrancando de cuajo cada uno de sus
hilos…cada una de sus risas.
Por encima de mis rodillas un corte horizontal determina la
muerte de mi abrigo. Negro, ajustado, malcriado pero tranquilo. No hay sombrero
que me cubra de tus locuras, ni sabana me prohíba acariciar tus pies.
Un piano del año 2003 me pide que “saque los cuchillos”.
¿Qué me vaya? ¿Qué me quede? ¿Qué te mate? No sé bien que quiere, pero está tan
seguro de lo que desea que no se atreve a desafinar. Quizá simplemente me esté
enseñando eso de “encontrar lo que uno busca”, y compara su melodía sin fisuras
con mi constante desparramo.
Destemplado, arriba del colectivo, me pregunto si disfrazarme
de pingüino servirá para tapar la nieve que sale de tu boca.
Una hoja que resbala varios metros hasta mi ventana. Me
viene a traer un reclamo. Dice que si no salgo a respirar las notas del aire se
olvida de mí. Me deja, se va con otro año, se quiebra, pierde el color, se ríe
y luego vuelve a revolver su café, lentamente, de derecha a izquierda, de rojo
a cielo.
Se acercan las noches de whisky, tabaco y gorros de grandes
lazos mareados. El frio es sinónimo de sensaciones, dolorosas algunas, imperdibles
otras. Ojos bien bajos para no perder claridad, para enfocar tus pestañas y
hacerles saber que acá estoy, sin guantes ni "asesinos de lluvia"...con abrazos
de sobra.
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